Wiki The Legend of Zelda Fanon
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Resumen del capítulo anterior[]

En el anterior capítulo se explicó la leyenda del héroe legendario que derrotó a Ganon, el Rey de la Oscuridad, hace seis generaciones. Ahora, Helio, nuestro protagonista, tiene que enfrentar una nueva amenaza hacia Hyrule y cumplir su destino... Para más información y detalles, véase el link que se encuentra arriba.

Frase memorable: - Qué bien. Ya despertaste, Helio.

Trama[]

En el bello reino de Hyrule, cerca del magnífico castillo del reino, se encuentras una pequeña vivienda, en la cual reside nuestro protagonista, Helio. El joven héroe portador de túnica roja, cabello negro y ojos cafés se encuentra descansando en su cama, durmiendo. Sin embargo, está teniendo una pequeña pesadilla: Helio se encuentra de pie en un gran vacío negro. No había ni un alma...

- Mmm... ¿Dó-dónde estoy? - se preguntaba Helio a sí mismo mientras sostenía su mano izquierda en su cabeza, indicando que se recuperaba de un fuerte dolor de cabeza.

Mientras Helio se quejaba, de repente, tres triángulos dorados compilados en uno solo aparecieron de la nada. Sin embargo, repentinamente los tres triángulos se separaron violentamente y se oyó el sonido de un vidrio rompiéndose. Helio no comprendía nada de lo que estaba pasando; en ello, una voz de un niño se oyó por todo el lugar,

- Helio, despierta... despierta... ¡DESPIERTA! - decía la voz.

Con ese último grito, Helio despertó repentinamente y se encontró acostado en su cama, respirando alteradamente. Comprobó que solo tuvo una pesadilla y se relajó. Volteó hacia la izquierda, y observó que la fuente de la voz era su joven amigo, Guri. Guri era el feliz hijo del Herrero, el mejor en su oficio en todo Hyrule, y el jefe de Helio. El pequeño niño fue a despertar al protagonista debido a que se había quedado dormido... otra vez.

- Qué bien. Ya despertaste, Helio. - dijo Guri alegre.

- ¿Qué pasa, Guri? ¿Por qué me despiertas? - preguntó Helio somnoliento.

- Te volviste a quedar dormido. - dijo Guri.

- ¡¿QUÉ?! - exclamó Helio, a lo cual se levantó de inmediato.

- Que te volviste a quedar dormido. - decía Guri. - Dado que el Capitán de la Guardia de Hyrule encargó a mi papá que le templara su espada, requería de tu ayuda para hacerlo. Así que me envió a despertarte.

- ¿Y el capitán? - preguntó Helio.

- Ya debe de estar en la Fragua recogiendo su espada. Más vale que nos vayamos enseguida. - indicó Guri.

- Claro. ¡Vámonos! - dijo energético Helio, a la vez que salía corriendo de su casa.

- ¡Espera! - gritó Guri.

- ¿Qué pasa, Guri? - preguntó Helio, quien se detuvo inmediatamente.

- ¿Ya tenías las botas puestas? - indicó Guri, quien vio que Helio se levantó de su cama con las botas puestas.

- Sí. Es que quería ahorrar tiempo en ponérmlas. ¿Por? - afirmó Helio.

- No. Por nada. Olvídalo. Mejor nos vamos a la Fragua. - exclamó Guri.

- Cierto. ¡Vamos! - dijo Helio, a la vez que se echaba a correr otra vez.

Helio comenzó a correr otra vez, a la vez que era seguido por Guri. Ambos jóvenes tuvieron que darle la vuelta al Castillo de Hyrule para llegar más rápido. Durante el camino a la Fragua, atravesaron Villa Kakariko. Kakariko era el único poblado de Hyrule, sin contar el castillo y otros lugares. En este pueblo vivían todos los amigos de Guri y Helio, aunque no pudieron alcanzar a saludarlos debido a la prisa que llevaban. Luego de atravesar la villa, llegaron a la Fragua, que era la casa de Guri, así como el puesto de trabajo de Helio. En dicho lugar se fabricaban las armas y escudos para los soldados de Hyrule. Justo cuando llegan a la Fragua, el Capitán de la Guardia de Hyrule se estaba retirando.

- Con su permiso, jóvenes. Háganse a un lado. - dijo un poco serio el Capitán de la Guardia. - Vaya, hasta que al fin llega, joven Helio. Pensé que no lo vería este día... - decía el Capitán de la Guardia. - Estoy más que seguro que le espera una buena regañiza por parte de su jefe, el Herrero, así que... Mejor me voy a ver el desempeño de los soldados. Hasta luego. - se despidió el Capitán y se fue.

Luego de que el Capitán se fuera, solo quedaron Helio, Guri y el Herrero. Los dos jóvenes estaban sumamente cansados después de correr tanto, por lo que sudaban y respiraban algo rápido. El Herrero, quien era alguien serio la mayor parte del tiempo, sobre todo cuando Helio llega tarde, que es muy frecuente, esperó a que el héroe y su hijo estuvieran más relajados y descansados para poder hablar con ellos. Un rato después, el Herrero habló.

- Veo que te volviste a quedar dormido, Helio. - dijo serio el Herrero. - Como dijo el Capitán de la Guardia, te espera una buena regañiza; sin embargo, me fijé hasta ahora que el Capitán olvidó la espada que le forjé. Y como soy un hombre muy ocupado... - narraba el Herrero, a la vez que le mostraba la espada guardada en una funda a Helio. - necesito que se la entregues cuanto antes.

- No se preocupe, jefe. Yo entregaré la espada al Capitán. - dijo Helio decidido, al tiempo que cogía la Espada del Capitán envainada y se colgaba en la espalda. - Pero... ¿No sabe a dónde fue el Capitán? - preguntó después.

- Según me contó el Capitán de la Guardia, iba al Santuario que está al norte del Castillo de Hyrule a ver al Sacerdote y a su hija, Zeres. - recordaba el Herrero. - Estoy comenzando a pensar que está enamorado de ella...

- OK. Iré enseguida. - dijo Helio mientras salía de la Fragua. - Nos vemos, Guri.

- Adiós, Helio. Nos vemos después. - se despidió Guri, quien se quedó en su casa.

Una vez dicho esto, Helio salió de la Fragua y se dirigió al Santuario para devolverle la espada al Capitán de la Guardia de Hyrule. Pero la aventura y los problemas apenas estaban comenzando...

CONTINUARÁ...

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